Las funciones
de la lengua son las intenciones que tiene el hablante a la hora de crear su
mensaje. Existen seis funciones lingüísticas: representativa o referencial, expresiva o emotiva, apelativa o
conativa, fática o de contacto, metalingüística y poética o estética.
La función representativa o referencial
aparece cuando el hablante pretende informar
sobre una realidad de manera objetiva, clara y precisa. Para ello emplea los siguientes recursos
lingüísticos: entonación enunciativa, tercera persona gramatical (él, ella,
ello), modo indicativo, sustantivos concretos, topónimos, entre otros. Los
tipos de textos donde aparece dicha función son los documentos, informes,
noticias, textos científicos y descripciones, entre otros.
Un ejemplo de
función referencial sería el siguiente: el tren sale a las cinco de la
estación.
Respecto a la
función expresiva o emotiva, el
emisor pretende transmitir el punto de
vista subjetivo: valoraciones, emociones y sentimientos. Para ello emplea
especialmente los siguientes recursos
lingüísticos: exclamaciones, interjecciones, primera persona gramatical (yo,
me), diminutivos, adjetivos valorativos, modo subjuntivo. Esto lo podemos
observar en opiniones, cartas, autobiografías, diarios, artículos de opinión,
entre otros.
Un ejemplo de
la función expresiva puede ser el siguiente: ¡qué día más feliz!.
En cuanto a
la función apelativa o conativa, el
emisor pretende llamar la atención del oyente para influir en su comportamiento, empleando los siguientes recursos
lingüísticos: entonación exhortativa, segunda persona gramatical (tú, usted),
vocativos, modo imperativo. Aparecen en instrucciones, órdenes, e instrucciones
durante el tiempo de emisión.
Un ejemplo de
la función apelativa puede ser el que aparece a continuación: Antonio, siéntate
bien.
Si pasamos a
la función fática o conativa, el
emisor pretende comprobar si el canal está
abierto y funciona correctamente; es
decir, el hablante se asegura de que el
mensaje llega al destinatario mediante interrogaciones y clichés: ¿sí?, ¿hola?,
probando…
Por ejemplo
podemos presentar los siguientes. ¿oiga?, ¿me escuchas?, ¿me entiendes?
Respecto a la
función poética o estética, el
emisor se centra en la forma del mensaje
con la intención de apartarse de la forma con que se elaboran habitualmente
los mensajes para producir un efecto de belleza y extrañeza. Lo consigue
empleando recurrencias, repeticiones, rima, recursos retóricos, riqueza léxica,
infracciones gramaticales, desorden sintáctico en textos literarios y
publicitarios.
Un ejemplo
sería el siguiente: <<cuando las estrellas clavan rejones de agua
gris>> (Lorca).
Por último,
la función metalingüística se centra
en el código, pues el emisor utiliza el código
(especialmente la lengua) para explicar
las características y funciones del mismo, mediante el uso de comillas o
tecnicismos lingüísticos en libros de texto, diccionario o gramáticas. Por
ejemplo: cefalea significa “dolor de
cabeza”.
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